¿Qué es un esguince?

Las articulaciones son aquellas estructuras que suponen la unión entre dos o más huesos y que a su vez, están rodeadas por sus propios ligamentos. Para poder comprender mejor el concepto, podemos definir a los ligamentos como tejidos fibrosos que sujetan a las articulaciones, aportando estabilidad estructural a las partes del cuerpo en las que se encuentran. Gracias a ellas, conseguimos realizar los desplazamientos de manera orgánica sin sufrir ningún daño y manteniendo una estructura corporal correcta.

Cuando experimentamos un esguince, lo que sucede realmente es que nuestros tejidos fibrosos o ligamentos sufren un estiramiento excesivo, lo que da lugar a que algunas de las fibras que lo forman se rompan.

Conocemos al esguince de tobillo como el rey de la fisioterapia, ya que es una de las dolencias por las que más conocida se ha hecho esta especialidad. Sin embargo, podremos experimentar un esguince en todas aquellas partes del cuerpo donde exista una articulación que se encuentre sujeta por un ligamento ya sean los codos, dedos, cervicales, muñecas, hombros...

¿Es necesaria la escayola cuando se sufre un esguince?

La respuesta acertada a esta pregunta sería que depende. Contamos con numerosos ligamentos y que se requiera una venda o por el contrario una escayola, estará supeditado a la cantidad de fibras que el paciente se haya dañado. Los esguinces varían en gravedad pudiendo restringir nuestros movimientos de una manera muy leve o muy importante.

Por mostrar un parámetro en el que identifiquemos estos diferentes niveles de gravedad podemos clasificar los esguinces en:

  • Leve (Grado 1): Distensión ligamentosa sin presencia de rotura. El paciente experimentará dolor y podrá observarse una ligera inflamación de la zona afectada. Esto se debe a que cuando los ligamentos se estiran no regresan inmediatamente a su posición original, si además lo asociamos a su naturaleza plástica que no elástica, se podrá experimentar irritación e incluso una elongación del tejido.
  • Moderado (Grado 2): En este caso podemos encontrar que las fibras de los ligamentos han sufrido una rotura de tipo parcial.
  • Grave (Grado 3): Tenemos una rotura clara de ligamento que incluso puede venir ligada a una lesión de la articulación del punto donde se produce. Para esta tipología, una de la menos habituales, será necesaria en la mayoría de los casos la realización de una cirugía. La realización o no de esta intervención, se basará en diversos factores como la parte del cuerpo en la que se ha producido la rotura de ligamento.

Síntomas y diagnóstico de un esguince

Como ya hemos indicado, sufrimos un esguince cuando forzamos a nuestros ligamentos a realizar movimientos que los colocan en una posición antinatural. Esto provoca que nuestro cuerpo arroje ciertas señales que podrían ayudarnos a discernir si hemos sufrido un esguince:

  • Molestia o dolor: Podemos experimentar dolor en diversos niveles dependiendo de la gravedad del esguince que experimentemos. Este viene provocado por la inflamación si va desde leve a grave; o por la rotura parcial o total si es moderado o grave. El dolor en algunos casos, puede originar por su intensidad incluso cierta hipersensibilidad en la zona, llegando a ser imposible tocarla sin experimentar malestar.
  • Hinchazón de los tejidos: Esta inflamación que salta a la vista y que es una seña inequívoca del esguince para los profesionales, se produce porque el líquido sinovial de la articulación se estanca en la cápsula articular dando lugar a un aumento del volumen de la zona.
  • Limitación de movimiento o inmovilidad total: Los síntomas anteriormente expuestos traen consigo una reducción de la movilidad de la zona que variará en función de la gravedad.
  • Presencia de hematomas o derrames.

Atendiendo a los síntomas anteriormente citados, acompañados por una descripción del momento en que se ha producido el esguince, el profesional puede identificar si la lesión que se ha producido es esta u otra.

En el caso de los esguinces las radiografías aportarán datos si acompañando a esta lesión se ha producido alguna rotura ósea, pero no es efectivo para observar las fibras que se suelen dañar con esta dolencia. Se toman entonces como referencia otro tipo de pruebas, como es el caso de la ecografía musculoesquelética, en la que podemos ver los ligamentos de la parte del cuerpo sobre la que se realice.

Tratamiento del esguince

Las indicaciones básicas que se suelen dar en el caso de sufrir un esguince son las siguientes:

  • Mantener la zona afectada en alto.
  • Aplicar frío en el área en intervalos de 10 a 20 minutos dos o tres veces al día.
  • Dependiendo de la gravedad del esguince se hará necesaria o no la inmovilización a través de la colocación de una venda o fijación externa mediante una ortesis (tobillera, rodillera, muñequera…).
  • Reposo en el movimiento de esa articulación hasta que esta se encuentre en perfectas condiciones.

Sin embargo, la fisioterapia da un paso más en el tratamiento de los esguinces, sumando muchísimos tratamientos que siempre van enfocados a la readaptación del paciente. Esto hará que pueda incorporarse en el menor tiempo posible a su vida diaria si es un usuario medio o a su actividad deportiva si quien lo sufre es un deportista. Se puede afirmar por tanto, que el tratamiento en nuestra Clínica especializada en el ámbito de la fisioterapia, supondrá una diferencia significativa en la velocidad de recuperación de un esguince.

En todos los casos en los que se haya sufrido un esguince, es recomendable el tratamiento fisioterapéutico con la mayor prontitud posible. Entendiendo que los profesionales irán aplicando el tratamiento de menor a mayor intensidad consiguiendo corregir la estructura de la parte del cuerpo que ha sido dañada reduciendo en gran medida el tiempo de reposo.

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